Un 5 de marzo, como hoy, pero de…
1903 – PROMULGAN EN ITALIA LA OBLIGACIÓN DE COLOCAR LA PATENTE EN LOS AUTOS
Entre 1903 y 1905 las placas tienen el nombre de la región y un número ordenado secuencialmente. (por ejemplo: GENOVA 83) Posteriormente, entre los años 1905 y 1927, se utilizó solamente un código numérico en rojo (dos números) que relacionaban la procedencia del vehículo. Seguidamente iban números especiales para cada provincia. (Por ejemplo 73-1111, donde «73» (Trento) relaciona al vehículo con la región a la que pertenece.)
Entre 1927 y 1976 las placas eran negras con dígitos blancos. Tenían la configuración de «L-NNNNN IG» donde «L» es una letra sin importancia geográfica, «N» son números ordenados secuencialmente, e «IG» que es el identificador regional, compuesto por un par de letras («AU» para Apuania, «PL» para Pola… y con la excepción de Roma, que lleva el registro completo de «Roma».)
Entre 1976 y 1985 las placas eran negras, pero con el código regional a la derecha. Entre 1985 y 1994 las placas cambiaron a ser blancas con caracteres negros, siguiendo el formato anterior.
Desde 1994 hasta el presente, en las placas deja de enseñarse cualquier manera posible de relación de la matrícula geográficamente. Las placas tienen un formato de «AA 111 AA», donde «A» es una letra ordenada secuencialmente sin relación geográfica alguna. Los vehículos de policía y bomberos (entre otros), tienen matrículas que comienzan (con la misma configuración que la anterior) con «ZA» en lugar de «AA». A partir de 1999 las placas fueron rediseñadas con dígitos más gruesos y con la Eurobanda a la izquierda.
A la derecha se muestra una franja azul con un círculo amarillo en la parte superior indicando el año de registro del vehículo. Esta franja, en la mayoría de los casa, también incluye la procedencia geográfica de registro del vehículo con abreviaturas, con la excepción de Roma que pone «Roma», el resto están en mayúsculas y de color blanco.
1933 – SE MATA, EN ARRECIFES, DOMINGO BUCCI
“Bucci no puntea, Bucci no hace record de vuelta, pero Bucci gana (…) Y para ganarle, hay que correr como él lo hace”
Carlos Zatuszek.
Ese estilo de conducir, que lo llevó al Mingo, a la gloria del automovilismo argentino, fue la mejor demostración, de que al momento de correr, la pasión, no debe de ser lo único que guíe al corredor.
La prudencia y la calma, esas dos palabras, que día a día, muchos de nosotros solemos despreciar con facilidad, fueron de seguro, dos atributos irremplazables, en la exitosa carrera deportiva de Domingo Bucci, y estas mismas, al perderse en él, aquella mañana del 5 de marzo de 1933, dejaron la vía libre, para que la fatalidad le arrebatara la vida.
Los números de partida, se sorteaban entre los corredores presentes, y en su ausencia, por encontrarse aún en viaje, se admitían los telegramas, o cartas de los pilotos que no llegasen a horario para anotarse, teniendo como único requisito, que el remitente responda a la zona de residencia del corredor.
Al momento del conteo de corredores en condiciones de anotarse, el Mingo observó que figuraba un telegrama de solicitud de inscripción, de parte de Ernesto Hilario Blanco, hasta allí, no había nada fuera de lo normal, pero resulta, que la dirección del remitente del telegrama, no era la de Blanco, sino la de una pequeña delegación del Moto Club Argentino, que tenía un camping de recreación para sus socios, en la cercana localidad de Vaghes.
El Mingo sintió la necesidad de dejar en claro que ese telegrama estaba en falta, y como tal, no podía tenerse en cuenta…
“Pero por favor señores, si todos sabemos que Blanco vive en la Capital”
Esa fue la expresión de Domingo Bucci, ante la “vista gorda” de los organizadores, y era verdad lo que el Mingo argumentaba; los encargados de la fiscalización, sostenían que era un error sin importancia, aunque todos sabían muy bien, que el éxito de la venta de entradas para ver la largada, no tendría el mismo efecto, si de dejaba de lado a una figura como Blanco, ¿Será por esa razón, que admitieron al telegrama mal enviado?
Parece que la mano vino así: Los muchachos del Moto Club, del camping de Vagues, de seguro, quisieron hacerle “un favor” a Ernesto Hilario Blanco, sabiendo de ante mano, que se presentaría a correr, lo anotaron, sabedores de que Blanco, socio vitalicio del Moto Club, y antigua gloria de las motos de carrera que supo representar los colores de aquél club, agradecería la atención, de seguro, concurriendo al camping, agasajado por un buen asadito, y así en rueda de pares, todos disfrutarían de las inagotables anécdotas de Blanco, de aquellos tiempos pasados con las dos ruedas…
De seguro Blanco al enterarse, agradeció la intención, y no se percató del error técnico en aquél pedido de inscripción por telegrama.
Blanco podía enviar por su cuenta dicho telegrama, o bien podía hacerlo por medio del A.C.A., quien organizaba la carrera, pero no por medio del M.C.A., ya que esta entidad, no tenía vinculación alguna con el automovilismo, y menos, con la organización de la carrera. Allí estaba el error técnico que puso en evidencia Domingo Bucci.
Pero Blanco no mandó el telegrama por medio del M.C.A., todo indíca que lo mandaron desde Vaghes, y no desde Capital…
No encuentro mala intención, ni “avivada” alguna, ya que mi pensamiento es el siguiente:
“¿Que le costaría a Blanco enviar un simple telegrama por su cuenta? Nada, ¿verdad?
Pues bien… ¿Si Blanco hubiese sabido de que esa inscripción era incorrecta, hubiese malgastado a conciencia dinero, tiempo, trámites, el traslado de su R.E.O. Grey Rock, los mecánicos que hacían las veces de auxilio en su box correspondiente, etc,etc, etc, todo, para que al llegar a Arrecifes y al presentarse, le dijeran “Lo lamento señor Blanco, pero oficialmente, usted no se encuentra inscripto”? ¿Verdad que no tiene sentido?
Sin embargo, ni siquiera conocer a Blanco de tantos años, y saber bien, que clase de persona era, sirvió para evitar el enojo del Mingo, quien completamente ofuscado, retiró su inscripción, decidido a no participar de la carrera, y volverse cuanto antes a Buenos Aires. No me cabe duda, que la bronca del Mingo vino por el lado de los organizadores, y no de Blanco.
Lamentablemente, si esto hubiese terminado acá, todo sería diferente, pero algunos torpes, de esos que prefieren hablar lo que inventan, antes que callar por no saber, comenzaron a decir fulerías sobre la actitud del Mingo, desparramando como cotorras, el chisme flaco, el rumor sin fundamento, llegando incluso a afirmar, que “El consagrado corredor Domingo Bucci, ha retirado su inscripción, por temor a accidentarse, debido al excesivo polvo del camino”.
Esas habladurías baratas, terminaron llegando a los oídos del Mingo, y este, a pesar de no demostrarlo por fuera, terminó perdiendo la calma por dentro y exclamó:
“¿Así que tengo miedo? ¡No importa! ¡Me voy a anotar último, y les voy a demostrar que puedo ganar lo mismo! (…)
Y así fue como el Mingo, dejó de ser el hombre pensante, el frío calculador, el corredor mas cerebral que conociera nuestro automovilismo criollo, hasta ese momento…
La descabellada apuesta no consistía en tener que ganarles a todos saliendo de último, sino en batirse a ciegas desde el fondo, por culpa de las espesas nubes de polvo que dejarían los coches delante de él…
Así que tengo miedo… Así que tengo miedo…
En tal estado de ira, increíble en una persona como Domingo Bucci, esta frase habrá de retumbar en su cabeza durante un buen tiempo, hasta que su amigo, el gran Ricardo Lorenzo Rodríguez “Borocotó”, quien se encontraba cubriendo aquella carrera, comprendió que debía actuar de inmediato, si en realidad quería evitar males mayores…
“Borocotó”, quien también tenía amistad con Ernesto Hilario Blanco, logró que ambos pudieran esclarecer el tema, estaban un poco nerviosos, quizás incómodos por el estado de ansiedad clásico antes de cada carrera, pero dejaron en claro sus posturas, y ambos tomaron todo esto, como un malentendido.
Pero ya era tarde, hubiese sido ideál realizar esta charla la noche anterior, los dos solos, con un cafecito de por medio, y después, la llegada de la tranquilidad, al poner la cabeza junto a la almohada, para hacer desaparecer los nervios con un buen descanso antes de comenzar la carrera…
Un franco apretón de manos, y un “buena suerte”, cien por ciento sincero, de parte de ambos. Pero para el Mingo, la cosa no terminaba allí..
Así que tengo miedo… Así que tengo miedo…
Y allá fue el Mingo, a ocupar el último puesto. A causa del espesor del polvo en el camino, las autoridades decidieron separar al grupo de corredores en dos partes, la segunda saldría con la bandera a cuadros, dos minutos después de ser largados los del primer grupo, como para tratar de garantizar un poco de visión..
En la salida misma del segundo grupo, el Mingo logró colarse por la derecha, y comenzó a triturar el acelerador, con una furia nunca antes vista en él. Estaba corriendo completamente a ciegas.¿Cuánto tiempo pasaría hasta llegar al primer puesto de su grupo? ¿30 segundos? ¿Acaso un minuto? Habrá sido una eternidad para el Mingo correr a ciegas, entre los pilotos que al igual que él, apenas si lograban divisar algún bulto a su lado, en el mejor de los casos…
Llegó el Mingo a la vanguardia de su grupo, siguió acelerando a mas no poder, y comenzó a ingresar en el primer grupo. De nuevo a ciegas por la tierra, otra vez a jugarse todo a cambio de ganar, o quedar para siempre en el camino…
Así que tengo miedo… Así que tengo miedo…
Y la desgracia llamó a la puerta de Domingo Bucci, y de la manera más difícil de preveer para todo aquél que lo conoció.
Alcanzando a la línea de los punteros, el Mingo se llevó por delante, a un coche detenido a la derecha del camino, que había pinchado una cubierta, y estaban tratando de que se asiente un poco la tierra, cuando vino el desastre.
El De Soto de Domingo Bucci, dio de lleno en la parte trasera del automóvil de Vittorio Zini, quien junto a su acompañante, habían bajado ya del auto, y tan solo por eso, salvaron sus vidas.
El Mingo tan solo atinó a seguir aferrado al volante, mientras su “Chancha”, que a raíz de semejante choque, perdió su tren delantero, y los libros laterales, para después comenzar a danzar por el aire, dando un interminable y funesto espiral de tumbos sobre si mismo…
Un muchacho lleno de emoción y esperanzas, se sentaba por primera vez en carrera, junto a su ídolo, su nombre era Arturo Forassiepi, y no llegó a recibir con vida a los pobres auxilios allí disponibles.
Tadeo Taddia, uno de los corredores que participaron en aquella carrera, logró frenar a tiempo su coche, cargó a un moribundo Domingo Bucci, y lo llevó hasta el hospital. Allí el Mingo, debió soportar dos días interminables de agonía, antes de lograr su descanso eterno…
Les aseguro que no exagero, si les cuento que el país se conmocionó como nunca antes por la triste noticia. Si hasta el Gobernador de la provincia de Buenos Aires, el señor Federico Martinez de Hoz, decretó la prohibición de toda carrera de automóviles, motocicletas y bicicletas en todo el territorio bonaerense…
Si señores, la ligaron hasta las bicicletas..
En su despedida, uno de los oradores, comentó “Lo venció el instante adverso”
Nada más acertado, Al Mingo lo venció ese instante en el cuál, aquél 5 de marzo de 1933, dejó de ser precisamente Domingo Bucci …
Las señales de duelo se vieron incluso, en muchas estaciones de servicio, a lo largo de los caminos que el Mingo supo domar,“El sentimiento popular ha de recordarte por siempre”, decía la sentida frase, junto a la lámina del Mingo, mientras otras, directamente, enlutaban las bochas de los surtidores con trapos pintados de color negro, y en uno de estos, colgaba un cartel, cuyo mensaje, era ni más ni menos, el mejor llamado de calma y prudencia hacia todos los automovilistas:
Nicolás Lucas Barón.
Nota: A raíz de este accidente el gobierno prohíbió las competencias en la Provincia de Buenos Aires. Un año después y también por otro accidente se prohíben en todo el país, dando origen en el 35 y 36 un raid a Chile respetando las normasde tránsito de nuestro país y velocidad libre en Chile. Esto marcó un hito histórico dando origen al Turismo carretera en 1937.
Fuente: www.petitmuseo.com.ar
1977 – TOM PRYCE MORIA EN UN ABSURDO ACCIDENTE
Tom Pryce encontró la muerte de una forma absurda, ocurrió en la 23ra. vuelta del Gran Premio de Sudáfrica de 1977. El piloto Renzo Zorzi, compañero de equipo de Pryce, detuvo su auto en la banquina en plena recta, frente a boxes, de repente su coche comenzó a arder y el piloto salió sin mayores consecuencias, tras ese percance, dos comisarios deportivos cruzaron la pista con extintores para apagar el fuego, mientras la carrera continuaba, el auto de Pryce venia a fondo, logra evitar el primer comisario de pista, el segundo fue inevitable, voló por los aires y el matafuego que llevaba se estrellaba en la cabeza a Tom Pryce, el comisario murió en el acto, el matafuego se estrello en el casco del piloto a 270 km/h, falleciendo al instante, el auto sin control termino contra las defensas de aquellos años varias líneas de alambrado.
Thomas Maldwyn Pryce, tal su nombre completo, había nacido en Inglaterra el 11 de Junio de 1949, el automovilismo lo atrapo de muy joven, logro notoriedad en 1975, cuando se corrió y gano «Race of Champions” en Brands Hatch)» carrera no puntable por el campeonato del mundo, utilizando un Shadow, un gran piloto con mucho talento y futuro, su ídolo deportivo era el escocés Jim Clark. En su corta carrera deportivo en carreras oficiales de la formula uno había logrado una pole, Silverstone (1975) y dos podios Austria (1975) y Brasil (1976) todas con Shadow
1995 – EN BALCARCE GANABA JHONNY DE BENEDICTIS Y SE CAMBIABA LA FORMA DE ORDENAR LA GRILLA DE PARTIDA DE LA FINAL
Se corría la segunda fecha del torneo, unos días antes la ACTC tomaba la decisión de cambiar la forma de ordenar la grilla para la final, a partir de ahora ya no se ordenaría por tiempos y pasaba a ordenarse por el resultado del las series según los puestos, tal como acontece en nuestros día.
En aquella carrera se corrieron tres series la primera la ganaba Traverso, seguido por Acuña y “Gurí” Martinez, la segunda serie era para De Benedictus, Minervino y Minardi, la ultima la ganaba Urretaviscaya, Satriano y Ramos.
La final fue un claro dominio del de Necochea, el Ford se adaptaba a la perfección en la sierra “la Barrosa”, solo la salida del auto de seguridad por el toque entre Larroude y Hermoso permitió que los Chevrolet de Traverso y Satriano, se acercaran, pero el “Jhonny” tenia todo bajo control y supo administrar la diferencia, sobre el final el Flaco se puso cerca del de Necochea, pero el triunfo estaba garantizado, este fue el clasificador:
Pos. Piloto – Marca – Tiempo/Dif.
1º Juan De Benedictis – Ford 43m27s330
2º Juan M. Traverso – Chevrolet a 612/000
3º Emilio Satriano – Chevrolet a 2s 215/000
4º Eduardo Ramos – Ford a 2s 793/000
5º Omar Martinez – Ford a 3s 611/000
6º Luis Minervino – Chevrolet a 8s 421/000
7º Raul Sinelli – Ford a 20s 989/000
8º Guillermo Del Barrio – Dodge a 23s 719/000
9º Jose M. Romero – Ford a 29s 99/000
10º Walter Alifraco – Dodge a 33s 272/000
El promedio del ganador: 133,147 km/h
El récord de vuelta para Juan De Benedictis con 1m 46s 291/000 a 155 km 540 metros x hora, logrado en la 2da. Vta.