Aurora 1957 «El auto más feo del mundo»
Alfred Juliano de Massachusetts, Estados Unidos, fue un hombre singular: 2 pasiones guiaron su vida, la fe en Dios y el amor por los autos.
Mientras se formaba como sacerdote, estudió diseño de automóviles gracias a una beca de la GM.
Ya párroco en Brandford, Connecticutt, decidió diseñar el auto más seguro del mundo.
Con lo cual no solo se dedicaba a salvar almas, desde el púlpito, sino cuerpos desde su taller en esa formidable dualidad.
Con sus ahorros más el aporte de los feligreses de su iglesia, un Buick 53 chocado y fibra de vidrio comenzó su objetivo.
En 1957 llevo el auto a Nueva York, para presentarlo al mundo de la prensa, 30.000 dólares había invertido y los sueños de toda su vida.
En el camino hacia la gran ciudad, comenzaron los problemas: el auto había estado parado 4 años, tenía el circuito de combustible tapado y eso le provoco una demora de horas, sin embargo logró no solo la atención sino que causo una sensación en la presentación.
La idea de Juliano era la de abastecer a las grandes empresas con su “vehículo seguro y revolucionario”.
Dio por descontado que firmas como Chrysler, Cadillac o Lincoln comprarían su genial invento para utilizarlo en sus terminales, pero luego de concretar su primer prototipo en el cual invirtio 30.000 dólares, (una fortuna para la época) la Aurora Motor Company con sede en Branford, Connecticut, declaró su bancarrota y fundió.
Podía ser el auto más seguro pero su aspecto exterior aterrorizaba y su precio era el doble de un Cadillac nuevo.
Nadie le dio su paoyo y el auto termino arrumbado en un taller de Conecticutt en pago de falturas pendientes.
Alfred Juliano murió de una anuerisma, mientras leía, en una biblioteca pública en 1989, Un hombre destruido por su intento de ayudar a los demás por medio de los automóviles los ángeles.
Tiene un gran mérito: se trata del primer “Experimental Safety Vehicle” (Auto seguro experimental) de todos los tiempos
Andy Saunders, un constructor de autos Inglés, encontró el casco toto oxidado de la Aurora aún estacionado detrás del taller donde había quedado: 40 años antes.
Con mucho esfuerazo logró restaurar el auto. Era un merecido homenaje a un soñador que sacrificó todo para salvar vidas.
Todo lo demás es historia.
También las buenas intenciones y la fallida puesta en práctica del Aurora del ´57.
Detalles del auto
El auto medía una enormidad, 6.2 metros de largo y era demasiado voluminoso, aunque semejante tamaño tenía una explicación: la intención era contar con una carrocería que hiciera las veces de “escudo” para sus ocupantes. La idea de hacer el “auto más seguro del mundo” privó por sobre los detalles estéticos y el buen gusto… y ese fue el principio del fin del Aurora.
Su carrocería tan aparatosa era de fibra de vidrio y gomaespuma. Tenía generosos cinturones de seguridad, jaula antivuelco, barra contra impactos laterales, columna de dirección plegable y un impresionante panel de instrumentos acolchado. Todos elementos comunes a varios autos de la época, sólo que en este caso, llevados al extremo más lejano de la exageración.
Otro dato saliente eran los asientos con giro de 180°, cosa que permitía su rotación total con el objetivo de que todos los ocupantes se abrazaran unos a otros en caso de un accidente.
El parabrisas, por otra parte, tenían una extrañísima forma y se encontraba muy alejado del conductor. Esto beneficiaba a los ocupantes en caso de choque, pero provocaba sistemáticos y recurrentes problemas de visión (dada la curvatura del cristal y el extraño efecto visual que producía).
El Aurora pudo pasar a la historia. Y de hecho lo hizo.
Décadas después de su nacimiento, no hay auto que haya podido quitarle el título que por méritos propios se supo ganar: el de ser el auto más feo de la historia automotríz de todos los tiempos.